Los obreros que trabajan en la fábrica de aparatos fotográficos Lumière, en Lyon, salen por la puerta que da a la calle Saint-Victor, después de una jornada de trabajo. Son, por lo menos, más de cien y en su mayoría mujeres. Mientras lo hacen, cada uno va a lo suya; conversando entre ellos; montando en bicicleta; yendo a pie, en un carro tirado por caballos, todo distraídos; jugando con un perro; bromeando, pendientes del objetivo; etc. Hasta que, finalmente, después de salir los últimos, el portero cierra las puertas.